Pensareis que cuando alguien lleva un considerable tiempo fuera de su hogar y cotidiano paisaje, progresivamente, adquiere el deseo de volver a reencontrarse dentro de lo que un día decidió dejar atrás. Más aún cuando uno viaja sólo.
Bien, pues no es del todo correcto. Mientras internet is not only for porn, se convierte en una herramienta que desdibuja la ecuación espacio/tiempo. A través de la tecnología informática, cualquier persona puede teletransportarse sensorialmente y por un tiempo limitado al lugar del que procede. Facebook o Skype se convierten en vínculos relacionales que logran recrear, momentáneamente, el efecto de que aún formas parte de la vida que conllevaste junto a tus familiares o amigos.
Otra herramienta integradora es el poder de la mente en lo que pertenece al recuerdo o bien, a la imaginación. Fantasear en como seria un supuesto, a la vez que repentino, viaje de vuelta o solazar recuerdos que te marcaron en el pasado, son formas del todo válidas para momentos puntuales en que la ñoñería puede mandar al traste tu viaje hacia la libertad del ser uno mismo.
No obstante, lo único que tu mente busca no es volver a casa, sino volverse a sentir como en casa. En un viaje nómada de tanta duración es común que cada cierto tiempo se decida darle al botón pause —nunca al stop— para sentir nuevamente el calor del nido familiar, especialmente en jornadas especiales marcadas en el calendario como pueden ser las navidades o el día en que sumas una primavera más a tu permanencia terrenal.
Descubres que has hecho nuevas amistades reales cuando tu viaje deja de ser excitante para los lectores y adquiere tonos de banalidad en forma de levantarse tarde, disfrutar de jornadas de pesca o de goce futbolístico, pasarte conectado a internet toda una tarde o alcoholizarte para salir de una discoteca más allá de las 7am. ¿Lo peor? El dolor eterno de iniciar de nuevo la partida, pues no es fácil revivir, en persona, aquel catorce de octubre cuando dejé Cornellà. Especialmente cuando sabes que a algunos no los vas a volver a ver nunca más. De ahí la pausa.