domingo, 2 de octubre de 2011

Cuba esta enferma

Sorprendentes parecen los paralelismos que el destino forja para cada situación. Cuba adolece desde hace mucho tiempo, al igual que su antiguo comandante Fidel Castro. Una y otro pelean, desde hace mucho tiempo, contra una enfermedad terminal.
En el cáncer de Fidel nació tras una vida de constante lucha por unos ideales revolucionarios al fin establecidos. «Año 53 de la Revolución», anuncian los periódicos y ondas de radiofrecuencia. Por si no había sido ya suficiente, debe seguir luchando una vez más, pero ahora ya sin esperanza alguna. Su final le llegará pronto. 

Cuba alcanza tremendo paralelismo ordinario. Debido a su privilegiada situación estratégica en el Caribe, no han sido pocos los que han trastocado los planes de una historia cubana que no ha parado de deambular con el paso del tiempo. Sin embargo, y siguiendo analogía con Fidel Castro, estableceríamos el origen delicado de la Cuba actual a mediados de abril de 1961, tras el fracaso de los EEUU en la bahía de Cochinos. Es concretamente en esa fecha cuando un desafiante Fidel Castro lanzó el grito de ¡socialismo o muerte!, haciendo virar irrevocablemente la revolución hacia la Unión Soviética. No obstante, pasarían tres décadas hasta la detección real de esa enfermedad ya metastatizada en una población y un sistema alternativo. La caída del muro de Berlín y del campo socialista condenaba a Cuba a una muerte lenta pero dolorosa. Durante el Periodo Especial, Cuba agonizó como si de un cáncer de páncreas se tratase.
Se sigue luchando a contracorriente, sin darse cuenta de que la lucha, hoy en día, supone un burdo y banal intento por mantener una gran falacia. De nada sirven ya las medicinas aplicadas por un sistema socialista sin fundamento y sin rumbo. Entre otros, los inmortales carteles revolucionarios, un paupérrimo poder adquisitivo o la privación de la libertad de expresión e información ya no son soluciones válidas. La población cubana ha enfermado con Cuba. En gran número, su gente son parásitos que buscan, acosan, mienten y traicionan. Nunca te fíes de un cubano, te dicen ellos mismos. A veces pero, hay excepciones. Pero me sobran dedos de una mano para contarlas.

No sólo con eso, incuestionablemente, buscan dar una imagen imperturbable ante el mundo. Se mueren, pero no quieren reconocerlo. Es como cuando visitas a alguien gravemente enfermo y aquel día, consciente de tu visita, pone su mejor cara y se perfuma con el predilecto de sus olores. Además te preguntara el porqué de tu preocupada visita. Toda una ironía. Y es que Cuba tiene un sistema eficaz para mantener al turista alejado de su gente y de su realidad de a pie. La única red de trasporte accesible para el turista fija completamente el itinerario del viajero, que acostumbrará a llevar un rumbo por los parajes más bellos de la isla. Nada de mezclarse con los cubanos, de hecho el turista no podrá viajar legalmente fuera de la famosa red de autobuses Viazul. Los altos precios de esos maravillosos lugares, así como de los autobuses, no dan opción a la presencia de los reales pobladores de la isla por allá. ¿Y que pasa en las ciudades? Bien, en las ciudades hay un despliegue brutal de policía o cuerpos de seguridad que velan para que el cubano no se mezcle con el turista. Algunos han caído presos por sólo hablar con visitantes. En su propio país, cualquier cubano va detrás de un simple turista transitorio. Racismo económico bidireccional.

No sabemos cuanto más luchará Cuba contra la muerte final de su excepcionalidad. Fidel caerá pronto, mientras Raúl sólo ejerce de quimioterapia para un país en que su organización democrática y política hace mucho que dejó de ser válida. Y como ante cualquier fallecimiento, no sabemos que habrá más allá. El cielo o el infierno.

Esperemos que Cuba no acabe igual a la URSS. Larga vida a la Revolución.


2 comentarios:

  1. cuanta razón! supongo que pasar un tiempo allí, y no con pulsera de T.I precisamente, te hace darte cuenta de la realidad de un pais.

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