miércoles, 4 de mayo de 2011

Ciudades

Ir de ciudad en ciudad acaba por matar la inspiración. Llevo algo más de quince días entre ciudades grandes y —paradójicamente— yo, una persona criada en una ciudad como Barcelona, hecho de menos la naturaleza libre de la contención de cemento que supone las grandes masas ciudadanas. 

En las grandes ciudades, no hay nada dejado de la improvisación. Pese a haber más habitantes por metro cuadrado, las cosas suceden bajo parámetros muy marcados. La gente trabaja o estudia; sino mendiga, roba o duerme en las calles. Los autobuses y subterráneos se llenan, el centro revienta a pleno rendimiento. Rendimiento insustancial, una maquinaría apaciblemente perfecta. Nada se deja sujeto a la improvisación, todo bajo control. 

Buenos Aires roza el súmmum de la pérdida de lo natural, de la transformación urbana. Una megalópolis con un área metropolitana que alberga a 12.701.364 almas errantes. Para establecer una comparativa, la población de la región de Barcelona es de 5.012.961 habitantes. ¡Y aún nos quejamos del tráfico para entrar a Barcelona!



















Nada que ver.

4 comentarios:

  1. Boníssim aquest post Pol! Cuanto raó tens!
    Salva!

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  2. tambien hay gente que ama, que sueña, que baila, que canta, que sonrie, que llora, que no duerme. . .

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  3. Yo también me quedo con la foto de la derecha... y pronto subiré a Barna, a ver si vuelves ya que necesito un guía!! Un besote, cuídate!

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  4. No te punt de comparaçiò, com la natura res de res.
    Un petò molt fort de l'iaia i meu.
    El Robertillu fa dies està a Logroño, per problemes familiars.

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