VVI

Santa Cruz de la Sierra no es sólo una simple ciudad al este de Bolivia. Supone un icono potencialmente remarcable en mi andadura por Sudamérica. Aquel 14 de octubre de 2010 me recibió como lugar iniciático de una nueva aventura. Una aventura que me iba a hacer crecer y evolucionar individualmente. Sin apoyos, solo yo. 

Tras nueve meses de camino, Santa Cruz se encarga de clausurar un primer capitulo para abrir otro. La recién llegada de mí madre cambia las reglas del juego, aporta una nueva dimensión: ahora ya no soy solo yo, ahora somos dos que vamos a la par. 

A veces, no sé si es cosa del destino o son las circunstancias que uno mismo va creando, las que dan forma a la historia final. Trataré de explicarme. 

Santa Cruz empezó a forjar a la nueva persona que soy hoy. Una transformación que ha durado puntualmente nueve meses, el periodo de gestación real de un ser humano. Ahora, mi madre, el origen de mi existencia en este mundo, aparece en el mismo lugar donde se fecundó mi actual yo. Consecuentemente traerá vicios y virtudes de mi pasado en Barcelona. Digamos que las líneas del pasado y el presente se unen de forma asombrosa a la par que inquietante. 

Alguien dijo «volvamos a nuestro lugar de origen, desde donde nos alzaremos y conquistaremos de nuevo». A ver lo que sale de todo esto, pero seguro que nada malo, simplemente seguir reinventándose. Lo que no comprendo es porqué Santa Cruz, ¡con lo poco que me gusta esta maldita ciudad!