Los osos también lloran

Parque Machia. Primera parada, primer gran acierto. Se trata de una maravilla de la naturaleza donde un grupo de soñadores buscan darle otra oportunidad a los animales menos afortunados de la selva. Infelices en la mayoria de casos por la intervención del insensato ser humano.

Entre la mutitud, rescatar el caso concreto de Balú y de un ocelote.

Balú es un oso andino que con apenas unos meses de vida fue capturado clandestinamente de la selva por un grupo de subnormales mafiosos que quiso venderlo a un circo. Afortunadamente la venta no se realizó gracias a la intervención de la policía —caso dificil de ver— avisado por un biologo de la zona. No sé si gracias a su pasado, Balú llora. Sí. Los osos andinos, al igual que los seres humanos, también lloran. Sin embargo, me prefiero verle desperezarse como también lo hacemos nosotros.


Ocelote es otro caso particular. Llegó apenas hace quince días a Machía sin poder mover las patas traseras, algo que recuperará en un futuro. Algo que no volverá a hacer pese a tener tres meses  de vida es la visión. La perdió al ingerir un reactivo en un laboratorio de coca donde sus dueños lo tenian guardado desde su nacimiento. En fin.

A pesar de ser salvajes, jamás podrán regresar a la selva. Su pasado les ha vuelto debiles, y la selva no perdona a los débiles. Sin embargo, a pesar de sus problemas, adoro cuidar de ellos. Balú y ocelote son lo que da vida a mi primera parada. Son mis grandes aciertos en Machía.