La zebra no quiere resignarse a volver a la estantería. El polvo que puede llegar a acumular acabaría por perturbarla de manera peligrosa, más aún si tenemos en cuenta la alergia que posee contra tales partículas de sólidos que flotan en el aire y se posan sobre los objetos. Quiere seguir apostando por una vida donde cabalga desmelenadamente libre. Se siente que encontró su destino, que no podría volver al origen de todo.
Sin ánimo de querer ser pretencioso, se añade en el blog una opción para aquellos a los que les sobren unas pocas monedas en los bolsillos. La crisis nos afecta a todos, pero no a la idea de esta página. Todo seguirá igual, relatándose en breves dosis las andaduras desorientadas de un animal de pelaje rayado característico. Saber que alguien me lee es suficiente razón para seguir narrando lo que tengo para contar.
Pese al breve parón de las últimas semanas, la zebra seguirá cabalgando a pleno rendimiento.
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